ESTO ES AMOR, QUIEN LO PROBÓ LO SABE

jardinamor_romandelarose

En este tema trataremos varias corrientes de la lírica amorosa desde finales de la Edad Media hasta el Renacimiento. Conoceremos obras de los poetas más destacados y reflexionaremos a partir de ellas sobre el tema del amor a lo largo de la Historia de la Literatura.

5.1. La voz femenina en la lírica medieval primitiva

Lee y escucha esta jarcha. Luego reflexiona sobre su contenido y compárala con otros textos de lírica primitiva que has leído.

¡Non me mordaš, ya habîbî! ¡Lã,

no qero daniyoso!

Al-gilãlah rajisah¡Bašta!

 a tõtõ me rifyušo.

¡No me muerdas, amigo! ¡No,

no quiero al que hace daño!

El corpiño [es] frágil. ¡Basta!

A todo me niego.

5.2. Siervos de amor: los poetas cortesanos y las trovairizt

La+ofrenda+del+coraz%C3%B3n%2C+primera+mitad+del+siglo+XV.+Tapiz.+Museo+Nacional+de+las+Termas+y+del+Hotel+de+Cluny%2C+Par%C3%ADs

La poesía trovadoresca es un reflejo de la sociedad feudal en la que nace. Sus creadores y protagonistas son los cortesanos y de ahí procede su nombre. El amor cortés, por tanto, se convierte en un elemento de clase, un rasgo más de la cortesía -conjunto de virtudes relacionadas con la vida aristocrática- opuestas a las de villanía, relacionadas estas con el comportamiento de campesinos y burgueses.

El amor cortés se entiende como verdadero, leal, generoso, desinteresado y asociado a la buena conducta y a la buena educación, propias de la nobleza. El denominado fin’amors en provenzal consiste en un juego en el que el código feudal de las relaciones sociales se traslada a la experiencia amorosa, es decir, la enamorada y el enamorado encarnarán los roles y actitudes del señor feudal y del siervo, respectivamente. La dama, inalcanzable para el trovador, suele estar casada con un noble y, por tanto, este amor se entiende como adúltero o prohibido.

TÉRMINOS DE LA RETÓRICA CORTESANA

hom: vasallo

midons: dama

donna: mujer casada

senhal: seudónimo

visus: contemplación

alloquium: conversación

contactus: caricias

basia: besos

factum: acto

etapas_amorcortes

En este contexto de lírica cortesana, también se expresan algunas damas. Ellas, que apoyan la literatura de los trovadores, se atreven en ocasiones a cantar a su amado. Hay registros, en los cancioneros medievales provenzales de nombres de autoras como la condesa de Día, la condesa de Porvenza o Isabella de Castellnou. Eran las trobairitz.

Su identificación con mujeres reales es prácticamente imposible, pues solo se recogen algunos apuntes biográficos («Vida») en los cancioneros en los que encontramos sus poemas. De la condesa Beatriz de Día, se plasma, por ejemplo, que fue mujer de Guillem de Peitieus y que esta «bella mujer y buena» hizo también «buenos y hermosos versos» a Rimbaut d’Aurenga. Sin duda, su carácter osado se plasma en los versos que dirige a este último:

De algo me tienen que servir mérito y nobleza,

hermosura y, más aún, fiel corazón.

Por ello a vuestra morada os mando,

tal mensajero mío, esta canción.

Quiero saber, gentil y hermoso amigo,

por qué conmigo tan esquivo sois y tan cruel,

pues no sé si a mala voluntad se debe, o a altivez.

Pincha en el enlace para leer más textos de Beatriz de Día.

5.3. Dante y el “dolce stil nuovo”

Henry_Holiday_-_Dante_and_Beatrice_-_Google_Art_Project
Henry Holiday, Dante y Beatriz (1884)

El dolce stil nuovo es el nombre que Dante emplea en la Divina comedia («Canto XXIV del Purgatorio») para referirse a la corriente lírica desarrollada en Toscana -entre Florencia y Bolonia en la segunda mitad del siglo XIII.

Pero dime si veo a quien compuso
aquellas nuevas rimas que empezaban:
«Mujeres que el Amor bien conocéis.» 

Y yo le dije: «Soy uno que cuando
Amor me inspira, anoto, y de esa forma
voy expresando aquello que me dicta.» 

«¡Ah hermano, ya comprendo —dijo- el nudo
que al Notario, a Guiton y a mí separa
del dulce estilo nuevo que te escucho! 

A finales del siglo XIII, los temas y los tópicos del amor cortés así como sus formas métricas se habían agotado y este grupo de poetas refleja una nueva concepción del amor a través de sus obras. El tema básico de la lírica es un amor espiritualizado protagonizado por una mujer cuya belleza física excelsa encarna una naturaleza superior, angelical. Es el nacimiento del tópico de la donna angelicata, que inspirará la poesía de Guido Cavalcanti, Dante Alighieri y llegará hasta los versos de Francesco Petrarca.

El amor de los poetas del stil nuovo es un amor puro que permite al poeta a lograr un mayor nivel de espiritualidad. La poesía es la descripción del proceso de este proceso de purificación. Se trata de una expresión abstracta del amor, desprovista de elementos autobiográficos. La nueva concepción del amor afecta, también, a la imagen de la mujer, la mujer se convierte en una figura angelical capaz de conducir al hombre a la salvación. La mujer, la amada, es la imagen de la divinidad sobre la tierra para la salvación de los hombres. El que está enamorado entra en el círculo de los elegidos y participa de la divinidad de la mujer, conformándose con su contemplación.

La poesía de estos autores se sustenta en dos pilares temáticos: la identificación del amor con el corazón noble (cuor gentile), y la concepción de la mujer como ángel (donna angelicata). La nobleza de corazón (gentilezza) no se transmite hereditariamente y, por tanto no está vinculada al linaje. El término nobleza no se aplica sólo a una clase social, a la nobleza de sangre, ahora se utiliza para designar la nobleza de ánimo, la nobleza del corazón. Supone, en la lírica amorosa, la superación de una concepción cortés y feudal. Forma parte de la reacción de la nueva sociedad burguesa contra la nobleza feudal. El tópico de la donna angelicata supone una evolución de los conceptos anteriores: la figura femenina es sobrenatural y con una sola mirada puede hacer gentil el corazón del hombre que se le acerca. El amor, que en la lírica trovadoresca buscaba siempre un «galardón» se convierte en introspectivo y virtuoso.

El iniciador y teórico del nuevo estilo fue el poeta boloñés Guido Guinizelli, que planteaba que el amor llega al corazón a través de los ojos aunque después el poeta se inspira en sus recuerdos y reflexiona sobre sus sentimientos. La canción Al cor gentil rempaira sempre amore se considera el manifiesto poético de la nueva corriente.

Al corazón gentil acude siempre Amor
como el pájaro de la selva a la verdura;
ni hizo a Amor antes que a corazón gentil,
ni a gentil corazón antes que a Amor, Natura.
Que entonces como existió el Sol,
así pronto fue el esplendor luciente,
mas no antes que el Sol.
Y toma Amor en la gentileza el sitio,
tan propiamente
como el calor en la claridad del fuego.

Fuego de amor en gentil corazón se enciende
como virtud de la piedra preciosa,
pues de estrella no acude valor
antes que el Sol la haga gentil cosa;
luego que le ha quitado afuera
la vileza con su fuerza el Sol,
la estrella le da valor:
así al corazón hecho por Natura,
elegido, puro, gentil,
mujer a guisa de estrella lo enamora.

Amor arde deste modo en corazón gentil,
como fuego en lo alto de la antorcha:
esplende a su gusto, claro y sutil;
no de otra guisa, pues es fuerte.
Y si la burda naturaleza
enfrenta a Amor como agua al fuego
ardiente, porque es fría,
Amor al gentil corazón se allega,
como al preciado sitio
adamantino el hierro en la mina.

Se da el Sol al fango todo el día,
aunque es vil, pero no pierde calor el Sol.
Dice el hombre: «Por mi raza soy gentil»,
pero es como el barro: el Sol es gentil valor.
No debe dar el hombre fe
a que gentileza sin corazón exista
con debida dignidad,
y sin virtud en el corazón,
como rayo en el agua
y en el cielo estrellas y esplendor.

Esplende en la inteligencia del cielo
Dios creador más que en nuestros ojos, el Sol:
el juicio oye a su factor más allá del cielo,
y el cielo deseando, a Él lo obedece;
y así como corresponde al juicio
dar a la justicia de Dios beato cumplimiento,
así en verdad obra deseo
la mujer bella: en la mirada enciende,
por gentileza, el talento
que le será siempre obediente.

Señora, Dios me dirá: «¿Qué presumiste?»,
siendo mi alma de Él delante.
«El cielo pasaste y hasta Mí viniste
y diste en vano amor a Mí en semblante:
que a Mí convienen laudes,
y a la reina del dominio digno
por quien cesa el fraude».
Dirle podré: «Tiene semblante de ángel
que fuese de tu reino;
no ha sido una falta que la amase».

La dolcezza que caracteriza a estos poemas se consigue mediante el uso de una lengua refinada, unas rimas refinadas y unas formas métricas características tales como la canción, el soneto…

dantesueño
Dante Gabriel Rossetti, Sueño de Dante (1871)

DANTE ALIGUIERI se inspiró en los motivos amorosos del dolce stil nuovo y añadió al poder beatífico de la dama el tema de la muerte de la amada. Este es el centro temático de su obra Vita nuova (La vida nueva), dedicada a su amada Beatriz. Su obra más relevante, sin embargo, es la Divina comedia, en la que además de expresar el amor incondicional a Beatriz, describe alegóricamente el proceso de salvación del alma pecadora. El poeta, acompañado por Virgilio, que le hace de guía, recorre el infierno, el purgatorio y llega al paraíso, donde habita Dios y su alma puede descansar definitivamente.

Es tan gentil el porte de mi amada,
tanto digna de amor cuando saluda,
que toda lengua permanece muda
y a todos avasalla su mirada.

Rauda se aleja oyéndose ensalzada
-humildad que la viste y que la escuda-,
y es a la tierra cual celeste ayuda
en humano prodigio transformada.

Tanto embeleso el contemplarla inspira,
que al corazón embriaga de ternura:
lo siente y lo comprende quien la mira.

Y en sus labios, cual signo de ventura,
vagar parece un rizo de dulzura
que el alma va diciéndole: ¡Suspira!

5.4. Petrarca y el idealismo platónico

250px-Sandro_Botticelli_069
Sandro Botticelli, Retrato de una joven (1480)

La obra de Francesco Petrarca (1304-1374) es un elemento esencial en la historia de la poesía amorosa accidental. Su Cancionero es un extenso conjunto de composiciones poéticas -sonetos en su mayor parte- elaborado a lo largo de más de treinta años e inspirado en su amada Laura. A partir de la muerte de su amada, en 1348, la obra se estructura en dos partes: In vita de Madonna Laura e In morte de Madonna Laura

En esta obra confluyen características heredadas tanto de la poesía trovadoresca provenzal como del dolce stil nuovo. Así, recoge el servicio a la dama y el sufrimiento gozoso ante el amor imposible, de la corriente cortesana; la espiritualización de la dama y su capacidad intercesora más allá de la muerte, del dolce stil nuovo.

El petrarquismo añade ciertos elementos decisivamente innovadores:

  • La complacencia en la introspección psicológica.
  • La humanización de la amada, que, sin perder su condición divina, le devuelve su inmediatez terrena, fuente de perfecciones físicas que el poeta no duda en exaltar una y otra vez.
  • La intervención lírica de la naturaleza, que refleja el sentimiento amoroso del poeta.

Esta nueva orientación, más directa y humana, más profunda , de la experiencia amorosa favoreció que el petrarquismo se asentase como corriente literaria ya desde el siglo XV, que determinase el carácter de la poesía amorosa del Renacimiento europeo y que, a partir de entonces, su impronta nunca haya dejado de ser perceptible del todo. Además, cuando el movimiento se expandió por Europa, llevaba incorporados ya otros componentes. Entre ellos resultaban esenciales los derivados de la filosofía platónica que propugnaba una forma superior de idealismo, aplicable tanto a las relaciones amorosas como a las relaciones del hombre con la naturaleza.

El ideal de belleza femenina que instaura el Renacimiento queda plasmado literalmente en un estereotipo, entre cuyos principales elementos se cuentan: cabellera rubia; tez muy blanca, pero sonrosadas mejillas; ojos radiantes; frente tersa; labios cuyo color contrasta con la blancura nítida de los dientes; cuello alto y erguido… Aunque con abundantes excepciones, el retrato poético suele limitarse al busto de la dama. Es un retrato selectivo y, como tal, tampoco necesita incluir siempre todos los elementos enumerados. Dos de ellos, sin embargo, alcanzan una particular importancia y se erigen a menudo en objeto exclusivo del poema: los ojos, cauce del fluir amoroso, y los cabellos, imaginados como una red de amor en la cual se siente atrapada la voluntad del poeta.

Desde el punto de vista expresivo, la idealización poética de la amada sigue un proceso de hiperbolización metafórica que identifica esos componentes físicos con ciertas realidades naturales, cuya sola mención resulta ya embellecedora: cabellos-oro, sol; tez-rosa, azucena o, en alusión a la frialdad, a la dureza de la dama, nieve, mármol; ojos, siempre claros (luminosos), astros; labios-clavel, coral, rubí; dientes-perlas; cuello-cisne, que además connota blancura.

Esta tendencia divinizadora aprovechará los recursos expresivos que le sugiere la mitología clásica. Por ejemplo, la identificación de la dama con diosas o semidiosas tales como las ninfas.

En términos neoplatónicos, esta belleza externa es solo un eco de la belleza interior de la amada y ambas constituyen un destello en la tierra de la belleza y la bondad divinas. Exaltando la hermosura visible queda exaltada asimismo la perfección íntima. Ello explica que las cualidades espirituales de la dama rara vez aparezcan enunciadas explícitamente. Basta, en todo caso, con poner de manifiesto su honestidad, atributo integrador de todas las virtudes cortesanas.

En la concepción poética del ser amado intervienen también diversas alternativas simbólicas. A veces, su presencia permanece vinculada a determinados fenómenos naturales, entre los que destaca la luz. Y así la dama se asocia con la aurora que ilumina la, hasta entonces, oscura existencia del autor. Es igualmente fuego, que abrasa el alma del enamorado y la purifica a través del dolor. Por otra parte, su índole sobrehumana justifica los efectos que su aparición provoca en la naturaleza: el transcurrir establecido de ésta se interrumpe misteriosamente; en ocasiones, estalla una inesperada primavera que las huellas de la amada inundan de flores; en otras, por el contrario, es su repentina ausencia la que agosta los campos y malogra los frutos de la tierra.

El amor, definido en sentido platónico como deseo de belleza, nace como consecuencia de un extraño fluido que, partiendo de los ojos de la dama, llega a los del poeta y, a través de ellos, se adueña de todo su ser, en donde imprime con trazos indelebles la imagen del ser amado. El efecto inmediato que produce el amor es el sufrimiento: un sufrimiento gozoso, según había descubierto la poesía provenzal y aceptado Petrarca. Posteriormente, los neoplatónicos procurarían resolver esta contradicción esencial afirmando que el estado amoroso supone la enajenación del amante, el cual vive fuera de sí mismo, en una especie de muerte personal, pero querida por él, es decir, voluntaria y, por ello, gozosa. Una vez transformado el que ama en la persona amada, se siente arrebatado, a través de esa muerte ideal, al mundo de la belleza, inaccesible para los demás.

Esta intelectualización de la experiencia amorosa continúa apelando al antiguo concepto trovadoresco del servicio amoroso. Ante un ser de naturaleza superior que absorbe así la individualidad del poeta, ¿qué puede hacer éste sino rendirle culto de humildad, exaltando sus perfecciones y asumiendo -aun entre quejas- su desvío o, en el mejor de los casos, su decisión de no cruzar los límites platónicos de la mente, la vista y el oído?

Pero el amor es además destino. Con él nació el autor y por él se ha visto manejado durante toda su existencia. Se trata de una fuerza inexorable contra la que toda lucha resulta inútil. Siempre acaba por vencer al amante, quien, prisionero ya de su pasión, muestra todavía el orgullo de haber perdido su libertad en la más gloriosa cárcel.

Sumido en el anhelo amoroso, el poeta siente la necesidad de encerrarse en sí mismo, de vivir en las honduras del alma donde el amor habita y consumirse allí en un doloroso éxtasis. El pensamiento amoroso le domina. Sabe que su aspiración es demasiado alta, que no tiene derecho a esperar que se cumpla. Pero sin ella la vida carecería de sentido. Toda compañía le desagrada. Rehuye incluso a sus amigos. Ni aun el más íntimo le serviría de confidente, puesto que a nadie le es dado comprender algo tan elevado y misterioso como lo que el enamorado experimenta. Sólo en la naturaleza puede hallar comprensión y a ella únicamente se confía. Y, sin embargo, lo extraordinario de sus sentimientos le impulsa a publicarlos aunque sea valiéndose de los recursos encubridores que le ofrece la lengua literaria.

La imitación como precepto artístico conduce inevitablemente al tópico. Y, en efecto, la poesía de los siglos de oro se nutre de un caudal de lugares comunes en el que las recurrencias conceptuales se presentan unidas a las de naturaleza léxica y retórica. Los resultados obtenidos con estos medios dependen de la capacidad del poeta para dejar el sello de su personalidad artística en una composición que, por lo común, no expresa nada nuevo ni en forma muy diferente a lo expresado en otras muchas.

En lo que se refiere a la poetización del proceso amoroso, la variedad de situaciones tópicas rara vez sobrepasa las que se enuncian seguidamente:

  1. La pura exaltación de la belleza de la amada, en los términos ya expuestos en el apartado anterior.
  2. Los intentos de precisar qué es el amor y cómo se manifiestan sus efectos contradictorios. Para ello el poeta tendrá que apelar al poder expresivo de oxímoros y paradojas: hielo abrasador, dulce llama, guerra que da paz,…
  3. Las quejas a que dan ocasión la indiferencia o el desvío de la dama. En muchos casos, la postura de obligada sumisión por parte del amante no bastará para impedir un estallido de reproches, especialmente duros cuando vienen dictados por los celos.
  4. El sufrimiento que la ausencia origina, sólo mitigado por la firme convicción de que la distancia nada podrá contra el amor mientras la imagen del ser amado permanezca en el alma.
  5. La esperanza, alimento supremo del amante, único remedio eficaz contra la angustia de amar sin ser correspondido. Ni siquiera la muerte puede vencer un sentimiento del que fluye la fe necesaria para confiar en un reencuentro ultraterreno, definitivamente feliz, con la amada.
  6. El enfrentamiento entre el deseo amoroso y la razón. Porque, a pesar del orgullo y la gloria de amar, el poeta es consciente de que la pasión le arrastra por caminos cada vez más alejados de sus posibilidades intelectuales y de sus deberes cívicos. Elamor anula su individualidad, ofusca su mente y, en definitiva, lo reduce a ser un triste ejemplo de todo aquello que desprecian los ideales racionalistas de la época. Contra tal sentimiento habrá de defenderse la razón tarde o temprano y la lucha entablada será desigual y sin tregua; una lucha singularmente penosa, puesto que el amante la sabe perdida de antemano.

 Algunos textos del Cancionero:

LXI

Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.

Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.

Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.

Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.

CXXXII

Si no es amor, ¿qué esto que yo siento?
mas si no es amor, por Dios, ¿qué cosa y cual?
Si es buena, ¿por qué es áspera y mortal?
si mala, ¿por qué es dulce su tormento?

Si ardo por gusto, ¿por qué me lamento?
Si a mi pesar, ¿qué vale un llanto tal?
Oh, viva muerte, oh deleitoso mal,
¿por qué puedes en mí si no consiento?

Y si consiento, error es quejarme.
Entre contrarios vientos va mi nave
-que en alta mar me encuentro sin gobierno-

tan leve de saber, de error tan grave,
que no sé lo que quiero aconsejarme
y, si tiemblo en verano, ardo en invierno.

CXXXIV
Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.

Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.

Veo sin ojos y sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.

Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.

CCXCII
Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,

Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!

¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía…

Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.

5.5. Antología de textos y autores

el-amor

Poesía de los trovadores

Dante Alighieri, La vida nueva 

Francesco Petrarca, Cancionero I. «In vita de Madonna Laura»

Sobre el Cancionero petrarquista

William Shakespeare, Sonetos

MATERIALES COMPLEMENTARIOS

Esquema de las corrientes de poesía amorosa: esquema_poes_amorosa

Textos poéticos para el comentario: ficha_textos_tema4

La literatura del siglo XV. Presentación de diapositivas

Repertorio métrico digital de la poesía castellana del siglo XV

Otros textos de lírica cortesana

«400 años de los Sonetos de Amor de Shakespeare»

«Resuelto el enigma de los poemas más sensuales de Shakespeare»(www.abc.es, 02/02/15)

El enigma de Shakespeare, (Docufilia, TVE)